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El guerrillero que salvó la vida de sus compañeros y terminó acusado de traición

En Archivero les contamos en una publicación previa, el intento por parte de la dictadura militar argentina de infiltrarse en el grupo guerrillero Montoneros, cuya cúpula se encontraba en el exilio en México. Según documentos de la DFS, la acción militar estuvo compuesta por dos grupos. Agentes de inteligencia del ejército argentino y dos militantes supuestamente arrepentidos y decididos a entregar a sus compañeros de lucha: Carlos Laluf y el Oficial Mayor Tulio Valenzuela.

La junta militar tenía secuestrada a la esposa embarazada de Valenzuela y al hijo de ella con la amenaza de matarlos si no cumplía con la delación. A pesar de ello, el guerrillero se reveló, escapó de la vigilancia de los agentes del ejército y reveló el plan homicida. En una conferencia de prensa el 18 de enero de 1978, dio a conocer públicamente los verdaderos objetivos de su presencia en México. Tras esta denuncia, los militares Rubén Fariña, Daniel Amelong y Jorge Cabrera y el guerrillero Carlos Laluf son detenidos por la DFS y deportados a Argentina. Por su parte, Tulio Valenzuela, se quedó en México en calidad de exiliado.

Tulio Valenzuela

Sin embargo, esta historia no culmina aquí para Valenzuela. Al desbaratar el plan de infiltración, la cúpula de Montoneros lo acusó de traición y de colaborar con el enemigo militar. Esta acusación fue sostenida por el tribunal revolucionario, presidido por Mario Firmenich, Roberto Perdía y Raúl Yager, quienes sostuvieron que Valenzuela cometió una serie de delitos que merecían ser sancionados.

En Archivero les compartimos el documento del “juicio revolucionario” a Valenzuela. La acusación fue de traición, delación e instigación, por haber accedido a colaborar con el enemigo y poner en peligro a la cúpula.

Los cargos con Tulio Valenzuela esgrimidos en el juicio revolucionario.

El 7 de marzo de 1978, el tribunal falló y encontró a Valenzuela culpable de los delitos señalados. Si bien la condena correspondiente era la pena de muerte, “no corresponde la aplicación de la misma, por cuanto el efecto final y principal previsto por el enemigo no pudo ser ejecutado”. El tribunal también reconoce que “los delitos fueron cometidos en medio de una maniobra que permitió preservar a importantes sectores de la estructura partidaria”.

La condena que recibió Valenzuela fue la máxima degradación de cargo en la estructura guerrillera. Pasó de ser Oficial a Subteniente y debió realizar una autocrítica profunda de su conducta. Valenzuela reconoció su falta como “debilidad ideológica”, pero dejó un mensaje a la conducción guerrillera. “Algunos de ustedes están vivos porque, a pesar de todos los errores míos, el haberme presentado en México impidió que el enemigo los matara”.

Tras haber transcurrido 5 meses del juicio revolucionario, Tulio Valenzuela decide volver a Argentina para participar de la contraofensiva guerrillera. Tras un enfrentamiento con militares y verse rodeado y sin escapatoria, Valenzuela decidió ingerir una pastilla de cianuro y quitarse la vida antes de entregarse a las fuerzas armadas.

La acción de Valenzuela en México marcó el destino de su pareja y de sus hijos. Raquel Negro, militante montonera, la llevaron parir a un hospital militar. Luego ya no se supo más nada de ella. Su hijo fue entregado a la familia materna de Negro. Los mellizos que acaba de tener fueron separados al nacer: la niña fue entregada a una familia, recuperando su verdadera identidad en el 2009. Del niño aún se desconoce su paradero y es buscado por su familia biológica.

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